domingo, 20 de marzo de 2011

Capítulo 2 - Alex y Guzmán.

21 de Noviembre, 11:46 a.m.


Estoy en clase ahora mismo. Voy a un instituto público y no tengo demasiados amigos, es más, solo tengo uno llamado Alex. Alex es el chico más guapo que he visto en mi vida, pero solo puedo verlo como un amigo. No saca muy buenas notas, pero es un gran deportista y, aunque tiene un ego que le llega a la luna, es la mejor persona que he conocido. No juzga a las personas, es dulce y bromista. Pero supongo que al fin y al cabo no es mi tipo... Si me paro a pensarlo, me asusta tener novio, confiar plenamente en alguien, entregarme a alguien... ¿Y si me equivoco como mi madre? ¿Y si solo consigo a alguien más que se aproveche de mí? No puedo arriesgarme, y tengo que estudiar, no quiero distracciones. Pero como solo veo a Gara por la noche, estar con Alex es un alivio, ya que necesito compañía. Estoy escribiendo ahora porque no ha venido el profesor y hay un enorme escándalo, no he desayunado, por lo que  no tengo demasiadas fuerzas. Supuse que ésto era lo mejor que podía hacer. 
Ayer, llegó mi padre a casa antes de lo esperado. Gara ni siquiera había llegado, por lo que me asusté bastante, quise esconderme y que no me viera, pero no me dio tiempo, pues abrió la puerta de nuestro dormitorio sin llamar, estaba borracho, pero no traía ninguna botella. Comenzó a gritarme de todo, groserías impensables, y se acercó a mí peligrosamente. Yo, paralizada, no podía hacer más que mirarle mientras me abrazaba, desprendía un hedor infernal, a alcohol y a sudor. Se podría decir que había restos de algún perfume demasiado fuerte. Temiéndome lo peor, me dio una bofetada, sin motivo alguno, y salió de allí, dejándome con la mejilla enrojecida y los ojos húmedos. Acto seguido, me cambié de ropa y me di una ducha, queriendo desprenderme de aquel olor y de aquel recuerdo que se unía a la lista negra. Mientras me duchaba, pensé que quizás mi padre sufría, pero mi odio es tan inmenso que no tiene perdón, por mucho que sufra. Se lo merece, ojalá que muera de una cirrosis. Al salir de la ducha, noté bajó mi pie algo crujiente que se partía. Había pisado una cucaracha. Otro recuerdo desagradable.


15:56 p.m.


Retomo mis palabras ya que llegó un profesor y tuve que guardar el diario. He ido a comer con Alex a un Mc'Donald's, él ha comido como un bestia, yo casi no he probado bocado, tengo el estómago cerrado. Últimamente hace mucho frío y no tengo demasiada ropa de abrigo, pero la comparto con mi hermana. Anoche, cuando ella llegó, vio la almohada húmeda por mis lágrimas y me preguntó, pero a pesar de que no le quise decir nada porque ella tiene muchos más problemas que yo, me hizo contárselo todo y no dejó de abrazarme durante toda la noche. No sé que haría sin ella, sin duda.


Alex no lo sabe todo sobre mí, pero le he contado un poco por encima que nuestro padre no se ocupa de mi hermana y de mí y que no tenemos madre. Le quiero mucho, ya que él siempre está a mi lado incluso cuando me marginan en el instituto. Suelen decir que siempre llevo la misma ropa, que repito mucho. Pero tampoco me importa demasiado lo que piensen de mí, hay veces en las que me hace daño que digan eso y me achanto, pero también hay momentos en los que grito y me enfado, he llegado a tirarme de los pelos con una chica llamada Sharon, de la clase de al lado. Fue la última vez, ya que me metí en problemas y estuve a punto de repetir curso por negarme a que llamaran a mi casa. A veces he hablado con el psicólogo del instituto, se llama Guzmán. Le he contado que tengo ciertos problemas en el ámbito familiar, pero no he llegado más lejos ya que no me gusta hablar del tema, pero confío en él. Tiene parte de la cabeza hundida, me contó que sobrevivió a un disparo pero tuvieron que quitarle parte del cerebro. Me contó que ocurrió en una pelea callejera, a causa de eso también tiene múltiples cicatrices en la cara. A veces he oído a algunas madres hablando sobre que deberían quitar a ese psicólogo porque nosotros no podemos confiar en él. A mí me cuesta confiar en la gente, pero siento que a él puedo contárselo. 
Creo que él tampoco ha tenido una vida fácil.

sábado, 19 de marzo de 2011

Capítulo 1 - Primeras páginas.

18 de Noviembre, 04:30 a.m.


Supongo que no sé porque escribo este diario, no tengo razones. Al menos no demasiadas. ¿Sirve de algo contar una vida tan repugnante en un cuaderno viejo? Otra pregunta sin respuesta.
Tengo dieciséis años y vivo en un pequeño piso, en Barcelona. Vivo con mi hermana mayor, Gara, y con mi padre... Ni siquiera tengo valor para llamarle así en voz alta. Mi madre murió cuando yo solo tenía cinco años, Gara tenía ocho. Era demasiado pequeña como para recordar los hechos con claridad, solo recuerdo a mi padre gritando mucho, con fuerza, como si tuviera intención de desgarrarse la garganta. A día de hoy, eso no ha cambiado. Él estaba borracho y se acercó a mi madre para golpearla como de costumbre, pero entonces Gara me abrazó contra su pecho, impidiéndome ver y me tapó los oídos con fuerza. Luego noté que se me mojaban los pies con un líquido denso, Gara me cogió en brazos y nos encerramos en el armario de nuestra habitación, luego solo recuerdo que nuestro padre nos buscaba mientras yo lloraba con fuerza y Gara de forma silenciosa, me abrazaba para consolarme. Recuerdo sus caricias en mi espalda, mi cabeza y mi rostro. Eso tampoco ha cambiado. Dormimos allí, con frío pero con el calor de la otra. Al despertar, no recuerdo exactamente lo que pasó, pero mis calcetines estaban manchados de sangre. Entonces entendí que no volvería a ver a mi madre, pero no lo asimilé. Ya que nuestro padre no estaba, grité y pataleé. Nunca está por el día, llega a altas horas de la noche. Aún a día de hoy no sé dónde está, pero es un alivio no verle. Ese día recogimos los cristales y limpiamos la cocina, siempre lo hacemos. No fuimos al colegio. Volvimos a temblar de nuevo cuando, a las tres de la mañana, oímos la cerradura. Y así es cada día.
He mojado las páginas de éste diario recordándolo. Miro a Gara, quién duerme a mi lado. Parece tan cansada... Acaricio su largo pelo lacio y castaño, bastante sucio ahora, igual que el mío. Ella es mi única familia, lo único que aprecio y lo único que me queda. Es quién me tapa los ojos y quién me protege. Me duele que trabaje tanto cada día y de tan mala manera, pero nuestro padre no paga nuestros estudios, por lo que ambas trabajamos, pero reconozco que ella mucho más. Tiene el maquillaje de los ojos corrido y una enormes ojeras que la caracterizan, pero es una chica realmente guapa, con unos rasgos muy dulces. Lo daría todo por ella y sé que ella daría todo por mí. Pero me preocupa su salud, siempre está tomando pastillas, pero no puedo recriminarle nada.
Llevamos viviendo en este mugriento sitio desde antes que yo naciera. Es un lugar pequeño que tiene pocas ventanas y dos habitaciones. El salón y la cocina están conectados y el baño suele estar habitado por múltiples cucarachas. Resulta asqueroso tener que asearse en un lugar así.
Hoy he llegado algo tarde del bar dónde trabajo a tiempo parcial, Gara aún no estaba en casa y me he metido en el baño para lavarme la cara. Tengo el pelo rubio ceniza y más encrespado que mi hermana, también es más largo. Estoy increíblemente delgada, casi no tengo pechos y mis ojos parecen desorbitados. Son castaños, en eso me parezco a mi hermana. Ella dice que soy igual que mamá, ella la recuerda mejor. Gara siempre me abraza y la he visto besarse con múltiples personas, de ambos sexos, pero nunca trae a nadie a casa y tampoco se va a casa de nadie. Cada día duerme conmigo, por tarde que llegue. Ella también trabaja en un bar, y aunque es algo peor tiene mejor sueldo. Suele besarme en los labios y acariciarme, pero nunca como lo hace mi padre. Él es bruto y repugnante, siempre está lamiendo a mi hermana. Pero ella tiene valor y suele llevarse golpes. Yo también me los llevo por intentar defenderme, pero sobre todo por intentar defenderla a ella. Últimamente nos toca menos, pero hace unos años se aprovechaba más. A mí nunca ha llegado a hacerme algo peor que tocarme y decirme toda clase de guarradas, pero mi hermana a veces me encerraba en el cuarto y pasaba la noche con mi padre. Temo que que le haya hecho algo más. Ahora ya no lo hace, pero esas noches yo lloraba, recuerdo que dormía sobre la almohada húmeda de lágrimas. Gara llegaba a la mañana siguiente y se tumbaba durante todo el día, yo le hacía todas las comidas y ella siempre me decía: "Ruth, eres un cielo, me pregunto que haría sin ti". Y sonreía de esa manera tan dulce, entonces me besaba y era algo que yo agradecía, puesto que es algo a lo que me he acostumbrado con los años. Algunas veces me dice que sigue en éste mundo por mí, que no hay nada que valga la pena aparte de mi existencia, pero luego siempre me repite que tengo que estudiar y ser una gran abogada, que debo impedir las injusticias y que cerdos como mi padre estén en libertad. Ella dejó de estudiar porque no podía pagar ambos estudios, por lo que nuestros sueldos son los que cubren el consumo de electricidad. No tenemos tele ni ordenador, y no encendemos mucho las luces, porque nuestros sueldos no son nada del otro mundo.
Hoy, cuando nos hemos acostado, he hundido mi rostro en el pecho de Gara como cada día, para dormirme, y ella me ha dicho algo que nunca antes había mencionado.
-No quiero gritar en silencio.
-¿A qué te refieres? -le he dicho medio dormida a causa de sus caricias en mi cuero cabelludo.
-Estoy harta de vivir escondida, estoy harta de vivir con miedo...
Entonces entendí que ella quería un enfrentamiento, quizás con nuestro padre, quizás con el mundo. Pero me asustaba demasiado esa idea, por lo que me apreté contra ella y susurré:

-No me dejes sola...
-Nunca.
Me besó en la frente y, con esas palabras, me dormí entre sus brazos. Asustada pero segura. Me he desvelado ahora mismo y he empezado a escribir este diario, tengo pocas razones para ello, pero una de ellas es contar nuestra historia, porque yo tampoco quiero gritar en silencio.